Una antigua leyenda cuenta cómo las abejas se acercaron a Jesús agonizante en la cruz para recoger su sangre, sangre para transformarla en miel”.
Si en el futuro falta la abeja, esta será una de las mayores tragedias que pueden suceder, porque si falta la abeja, se comprometerá toda la fructificación”.
“Al principio dijimos que la apicultura es la poesía de la agricultura. Pues bien, el mundo de las abejas debe considerarse una gota de amor que ha caído a la Tierra”.
La abeja es portadora de amor y, como tal, no se defiende, sino que espera a que el hombre despierte de la inconsciencia tecnológica en la que ha caído”.
Cuando nos pica una abeja... debemos agradecerle siempre de corazón, pues las abejas se sacrifican para darnos su veneno, una herramienta útil para nuestra evolución”.
Donar (por una buena causa), para la colmena, es un acto de alegría”.
El veneno de la abeja es una sustancia portadora de Fuego, y representa en la abeja lo que la consciencia es en el hombre”.
Incluso aquellos que no practican la apicultura... deberían detenerse y dirigirles pensamientos de agradecimiento, intentando acercarse a este mundo fantástico”.
Con esto ayudaremos a la población de abejas y… también evolucionaremos con ellas”.